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«La ficción en cierta forma es más que la no-ficción… uno puede ampliar la mente de las personas, alertarlas sobre las posibilidades del futuro. Lo cual es muy importante en una época donde las cosas cambian rapidamente.»
Arthur C. Clarke.
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Hay más de una fuente pletórica de inspiración sagrada en la cual el genio de la imaginación, puede satisfacer su sed de comprender, especular, profetizar, y visualizar una senda a través del tiempo, en la cual la evolución, que no la salvación, de la especie humana, tenga una agenda predeterminada que seguir. Eso podría ser también llamado destino. Pero en el caso del Evangelio Espacial que nos toca explorar, destino o programa predeterminado se equilibran con perfección matemática con libre albedrío, responsabilidad, capacidad creativa, voluntad de poder e imaginación. Imaginación para crear el espacio idóneo para esa explosión energética llamada espíritu humano. Un espíritu que no está solo. Pues según nos revela Arthur C. Clarke, en ese gran despertar para la mente, llamado 2001: Una Odisea Espacial (1968), han habido contactos de seres del espacio exterior con los humanos, que se han manifestado de una manera menos risible que la de un platillo volante.
Así que, veamos como nuestro divino Arthur «Cristus» Clarke nos plantea en el Evangelio Según su Imaginación lo sucedido desde el alba de la aventura humana, y la Odisea que ésta vivió durante el resto del gran día sideral, usando como jeroglífico simbólico la evolución espacial de un solo de sus miembros.
El Apóstol comienza exponiendo la realidad de una cifra fantasmagórica en el mismo preámbulo de la Odisea. Nos dice que por cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con la que los muertos superan a los vivos. Luego de pasmarnos con la información de que desde el alba de los tiempos cien mil millones de seres humanos han perecido, nos revela que esa es aproximadamente el numero de estrellas en nuestro universo local. Eso quiere decir, que por cada hombre que jamás haya vivido, luce una estrella en ese universo. Un bello significado necrológico, imaginarnos siendo inspirados por los sueños luminosos que recientemente nos alcanzan luego de que los cuerpos que los engendraron se han extinguido millones de años atrás… justo como la luz de las estrellas.