Etiqueta: Jean Giraud (Moebius)

CICLO DE ACTIVIDADES XVI FERIA IINTERNACIONAL DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2013 / Sociedad Biortepolis y su proyecto Moebius Infinitum

Afiche promocional de Moebius Infinitum -  XVI Feria del Libro Santo Domingo 2013 –

 Tercera entrega del ciclo de actividades del Blogzine Zothique The Last Continent. Para Este Sábado 27 de abril a la 5:00 p.m., tendrá lugar en la Tribuna Libre de la Biblioteca Nacional, el coloquio: «Sociedad Biortepolis y su proyecto Moebius Infinitum», a cargo de Odilius Vlak, Markus E. Goth, Edison Montero, Eduard Severino, Alex Feliu y Welinthon Nommo. Contamos con su puntual asistencia

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INTROVISION / Transfusión de Luz en las Venas de un Demonio

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En su agonía, el Demonio sentía que la ruta de su caída trazaba la silueta de una serpiente con su cola anudada en lo más alto del Árbol de la Vida, el sephira de Kether; y sus fauces abiertas ensombreciendo el sephira de Malkuth. Sí, fue una gran caída… demasiado abismal para ser desde el pequeño cielo de la imaginación humana. La serpiente literalmente lo vomitó en el aspecto físico de Malkuth: un mundo extraño y crepuscular; mítico y fantástico. La sensación de su cuerpo era multidimensional. Podía sintonizarse con cualquier plano de este, pero prefería disfrutar del dolor que le proporcionaba su expresión física; aquí, en esta tierra legendaria que sabía muy bien que dentro de varios eones en el futuro, sería el suelo donde se erigirá la Torre de Babel.

  De hecho estaba postrado en lo alto de un montículo; un altar tallado sobre la esmeralda que creció cual árbol geológico de una lágrima derramada por Lucifer, mientras lloraba de felicidad. Pero eso, lo sabía, pertenecía a otra rebelión. El altar estaba enmarcado dentro de una compleja estructura plateada, cuyas ramificaciones surgían desde la tierra a todo su alrededor como las patas de una araña; sosteniendo con sus puntas muy por encima de la superficie del altar una esfera de cristal dentro de la cual se encontraba cautivo un Ángel. El decorado lo completaba una serie de hilos finísimos, casi invisibles, que se desprendían desde la esfera y se incrustaban en el cuerpo del Demonio. Ambas criaturas celestiales correspondían en su aspecto externo a la descripción que los humanos les darían en los eones futuros. Esto le agradaba, mientras más simple era la estructura física mejor. Sin dudas un descanso para sus sentidos, de solo recordar aquellos niveles dimensionales en los cuales se veía a sí mismo desde múltiples planos al mismo tiempo, las heridas que lo atormentaban se abrían nuevamente, sangrando —o más bien exhalando— los últimos hálitos de oscuridad gaseosa que bullía dentro de sus venas. Pero ¿quiénes eran los seres; los poderes cósmicos que tenían la potestad de utilizar a ángeles y demonios como conejillos de indias, como ratones de laboratorio? No podía mover un solo de sus nervios, pero podía echar un vistazo con el ojo de su imaginación al mundo que le rodeaba: todo ello, comprendió, constituirá la geografía imaginaria en la cual se desarrollará las evocaciones del Antiguo Testamento. Veía el punto desde el cual Abraham partirá respondiendo al llamado del señor: Ur de los caldeos. Solo que ahora era una tierra mitológica, poblada por gigantes y todo tipo de seres sobrenaturales.

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