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ALTERECOS 4.D / Alraune: Desde la Horca con Amor

Hanns Heinz Ewers

ALRAUNE - Edicion Limitada - Traduccion por Joe E Bandel - Side Real Press

Si la creencia no era cierta debió serlo. Los Oscuros Tiempos Medievales, que tanta luz arrojaron al mundo, y en los cuales la imaginación se hizo adulta. En esa edad del Ser, era creencia tanto del hechicero, al cual el pueblo común le construía un bosque alrededor de la soledad de su oscuro arte, como del metódico alquimista, cuya simbología hermética podía ser decodificada en las etapas que recorría la materia vulgar hacia el Pneuma: que el semen que el ahorcado expulsaba, en el éxtasis de la muerte, como última ofrenda al plano físico… engendraba la Mandrágora en el seno de una tierra sin consagrar. Ésta, absorbía la energía póstuma, que el criminar, en su orgullo satánico, dejaba tras de sí, como una forma de perpetuar su particular moralidad y arquetipo espiritual. La Tierra, quizás ajustándose más a las leyes del universo que a las efímeras nociones del Bien y del Mal de los humanos, recibía el elíxir que daba como fruto la extraña planta. Y ésta, a través del imaginario popular y erudito, se prestó a la creación de toda una mitología asociada con sus extrañas virtudes, que en cierta forma, eran tan prohibidas como las acciones de su ejecutado progenitor… Pero la Naturaleza es sabia.

La Mandrágora, con sus caprichosas raíces de forma humanoide, fue usada ampliamente en aquellos tiempos: en filtros de amor y pociones para todo tipo de propósitos. También su fruto, era creencia, facilitaba la fertilidad femenina. Por otro lado, las brujas que «fornicaban» con la Mandrágora, supuestamente concebían una descendencia carente de todo tipo de sentimientos, así como de alma. En verdad un método no nietzscheano de fabricar superhombres.

Sin embargo, la novela «Alraune» (1911) (término alemán para «Mandrágora»), del narrador, poeta, filósofo y actor alemán, Hanns Heinz Ewers (1871-1943), se aparta del mito para enfocarse en la inseminación artificial y la individualidad; y con una pizca de «Germanidad» de parte de Ewers, anteponiendo las leyes imperecederas de los valores genéticos, por encima de la influencia del medio ambiente, e incluso, de la educación. La piedra angular de la trama es que el profesor Jakob ten Brinken, investigador de las leyes de la herencia, insemina el semen de un asesino ahorcado en una prostituta. El resultado es que la prostituta concibe una niña ajena totalmente a concepto de amor, la cual es adoptada por el profesor. Dicho Ser sufre de una sexualidad obsesiva y de una extrema perversidad durante toda su vida.

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