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H. P. Lovecraft y el Mito del Siglo XX – Dios y AntiDios / Por Joseph Morales

   Considera, si así lo deseas, el Dios del Génesis:

  «En el principio, Dios creó los cielos y la tierra. Y la tierra no tenía forma, y estaba vacía; y la oscuridad yacía sobre el rostro del abismo. Y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Y Dios dijo, que se haga la luz; y la luz se manifestó. Y Dios vio que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas.»

  En los tiempos de nuestros antepasados el Universo era un lugar relativamente pequeño, y la Tierra, el punto central alrededor del cual todos los demás cuerpos celestes giraban. En la tierra, el hombre reinaba sobre todas las formas vivientes. En el cielo, un dios mucho más vasto gobernaba, pero incluso él hizo de la humanidad el centro de su atención, prometiendo vida eterna a aquellos que obedecieran sus mandamientos. Para muchos, ese es aún el universo en el cual vivimos [con la excepción de que la tierra es considerada ser el centro de interés o importancia más que como una ubicación física]. Pero mucho antes del comienzo de este siglo, el progreso científico había socavado seriamente las raíces de esta fe. La Astronomía y la Física habían corroborado el gran valor predictivo del modelo de Kepler, el cual colocaba el sol en el centro del Sistema Solar con los planetas moviéndose en órbitas elípticas. El sol mismo había sido relegado al estatus de una estrella promedio entre una infinitud inimaginable, todas separadas por inmensas extensiones de espacio frío y vacío. La Geología había demostrado que la tierra era un todo ordenado mucho más antigua de lo que la biblia podía calcular. La Paleontología había demostrado la existencia de una larga serie de especies que aparecieron a intervalos, más que una única creación como lo planteaba el Génesis. Adam Smith había propuesto que las economías podían regularse ellas mismas a través de la fuerza de la oferta y la demanda, permitiendo de esa manera que el orden surgiera sin que tuviera que ser impuesto desde arriba por alguna autoridad central. Darwin había aplicado pensamientos similares para explicar el origen de las especies como un asunto de mutación y selección natural y no de una predeterminación consciente. La Medicina había sustituido desde hacía mucho tiempo a la oración como cura efectiva de las enfermedades; y las neurociencias, aún en su infancia, ya estaban mostrando como las facultades que tradicionalmente se adscribían al espíritu de hecho dependían del funcionamiento exacto de regiones particulares de ese pulposo órgano grisáceo llamado cerebro.

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NEOSAPIENS / Raymond Swanland: Mundos Extraños Para Seres Extraños

MagicThe Gathering - Vampire Nocturnus - Raymond Swanland

Magic: The Gathering - Staggershock - Raymond Swanland

Magic: The Gathering - Banefire - Raymond Swanland

Magic: The Gathering - Nyxathid - Raymond Swanland

Magic: The Gathering - Roil Elemental - Raymond Swanland

Magic: The Gathering - Viashino Slaugthermaster - Raymond Swanland

Magic: The Gathering - Rhox Brute - Raymond Swanland

   «Hay otros mundos pero están dentro de este», dijo alguna vez el célebre poeta surrealista, Paul Eluard. Pero dentro de este mundo existen seres cuya imaginación es a su vez un portal dimensional a innumerables mundos, algunos dentro de ella misma; otros dentro de este mundo que habitan los seres que la cobijan y del cual nos habla Eluard; y aún otros que ciertamente son otros mundos, es decir, son mundos fuera de este mundo y que encima de eso son extraños mundos habitados por extraños seres. Veamos que nos dice de sí mismo uno de esos seres cuya imaginación ha sido un portal dimensional que ha dado acceso a un mundo que no es de este mundo. Un mundo sobrecogedor, hermoso, fantástico y poblado por innumerables criaturas que nos fascinan por su perfecta monstruosidad, haciendo que la morbosidad de nuestra atención de paso a la envidia, ya sea ésta por el Ser y la imaginación que lo han creado; o por el hecho de no poder ser una de sus criaturas y habitar por ende un ese extraño mundo suyo. Nos referimos a: Raymond Swanland. En sus propias palabras:

  «Desde que puedo recordar, fui uno de esos chicos con alguna cosa con que dibujar siempre en mis manos. Criaturas mitológicas, robots, y por supuesto, dinosaurios, fueron plasmados de una forma o de otra por toda mi habitación, y marcharon sobre las paredes. Nunca imaginé que iba a explorar ese mismo mundo de simbolismo e imaginación ya de adulto. Pero como lo ha establecido la suerte, he tenido la tremenda fortuna de convertir mi pasión en una forma de ganarme la vida a través de la creación de arte para novelas, video juegos y películas.

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