Día: 20 de abril de 2010

ALTERECOS 4.D / Lunambulos

Luna

Luna y Mar

Antaño, en edades remotas de la biografía cósmica, cuando los primeros cuerpos celestes se deslizaban por el disco somnoliento del firmamento, la Luna era un fascinante planeta rebosante de seres animados por una energía lívida. Se le conocía como el planeta de la alucinación perpetua, por la extraña combinación de sus elementos. Allí, las aguas eran plateadas; la tierra estaba formada por una especie de nieve cristalina cuyo interior reflejaba misteriosos sueños; el cielo era una extraña estela de vapores gelatinosos de color violeta crepuscular. Entre el cielo y la tierra, el aire transportaba extrañas visiones de colores acabados de nacer. Esa extraña civilización como todas las que existieron en aquella madre de todas las infancias, que fue la de nuestro universo, eran grupos experimentales que encarnaban facultades espirituales eternas. El mítico planeta lunar nos ha legado tres: la intuición, la imaginación y la locura. Hoy, cuando alzamos desde nuestra noche interior la mirada hasta ese antiguo cadáver, ¿se nos ocurre pensar qué en algún tiempo remoto, ese montón de roca inerte pudo haber sido un planeta tan lleno de vida como el nuestro? ¿Qué quizás no siempre ha estado reducida a ser un simple satélite reflector de los residuos de luz que babea el sol?

Posiblemente, no muchos se hagan estas preguntas. Pero hay algunos, unos seres desapercibidos, que incluso a la luz del día se ocultan tras su sombra; individuos para los que la noche representa un elemento tan vital como la sangre para la raza de los vampiros; que atraviesan con la libertad de los murciélagos la tranquilidad de su alma: ellos le rinden el culto que todo muerto merece a ese cadáver que flota sobre la fría tumba de la gravedad. Ellos saben que ese cadáver lo animó antaño una consciencia, y que sus cuerpos son ahora su nueva morada. Ellos perciben los arcanos que encierra la luz lunar, y se aferran a su sabiduría anterior a la solar, como todo médium que está consciente, que las almas de los muertos son más sabias que  aquellas que aún pululan con vestiduras físicas… Ellos son verdaderas encarnaciones de aquellas antiguas almas. Se les conoce como… Lunambulos.

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