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El cadáver plateado de una tierra moribunda todavía flota en las turbulentas aguas del mar oriental y el mar de Indaskian, forzados por ambos océanos, sus aguas rugen furiosas disputándose con bravura el terreno rocoso que llevara al hundimiento definitivo de lo que en vida fue llamado el continente de Zothique. Las placas tectónicas se quiebran, y de sus entrañas, la sangre de un magma plateado surge pestilente por todas las aguas de sus mares; ¡nunca será tan grande el dolor! ¿Acaso, algún habitante de Yoros, petrificado en el silencio de una luminiscencia plateada llorara esta pérdida?
Imaginemos las causas que han dado origen a este posible ocaso, tal vez, contrario a las numerosas predicciones inmemorables de los astrólogos; el advenimiento de esta plaga cósmica (que como todos sabemos descendió de la estrella gigante Alchenar), tuvo su verdadero origen en el éter de dimensiones desconocidas. Entre los numerosos hechiceros del continente de Zothique, se comentó alguna vez con gran escepticismo, de un antiguo objeto de poder nombrado por muchos como el Ojo de Izdrel; descrito, como un extraño y arcano espejo pentagonal, decorado en sus bordes ornamentales de una serie de símbolos cabalísticos que anunciaban el advenimiento final de aquel mundo agonizante. Muchos han especulado sobre tal codiciado objeto, asegurando su existencia en un gran salón informe, resguardado, por los aterradores encantamientos del temible Namirrha, quien le descubriría accidentalmente en una cámara oculta próximo a la oscura y gigantesca estatua de Thasaidon.